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[ VOL. IV, November 02, 1934 ]

JOURNAL NO. 79

APERTURA DE LA SESION

Se abre la sesion a las 5:30 p.m., ocupando el estrado el Presidente, Hon. Claro M, Recto.

EL PRESIDENTE: Se abre la sesion.

DISPENSACION DE LA LECTUEA DE LA LISTA
Y DEL ACTA

SR. GRAFILO: Señor Presidente.

EL PRESIDENTE: Señor Delegado.

SR GRAFILO: Pido que se dispense la lectura de la lista de Delegados y del acta y que esta se de por aprobada.

EL PRESIDENTE: ¿Hay alguna objecion a la mocion? (Silencio.) La Mesa no oye ninguna. Queda apro­bada.

CONSIDERACION DEL PROYECTO DE RESOLUCION
QUE CONCEDE EL SUFRAGIO A LOS
VARONES SOLAMENTE
(CONTINUACION)

EL PRESIDENTE: Esta en orden la continuacion de la discusion del proyecto de resolucion que concede el derecho de sufragio a los hombres solamente.

SR. ABELLA: Señor Presidente.

EL PRESIDENTE: Senor Presidente.

SR. ABELLA: El primer orador en contra del proyecto de resolucion es el Delegado por Bulacan, Honorable Nicolas Buendia.

DISCURSO DEL SR. BUENDIA EN CONTRA DEL PROYECTO DE RESOLUCION

SR. BUENDIA: Señor Presidente y Caballeros de la Asamblea Constituyente: Permitidme que por breve instante ocupe vuestra atencion para hablar sobre un asunto de importancia trascendental para el pais. Me refiero a la cuestion del sufragio femenino.

Se ha planteado ante el Comite correspondiente de esta augusta Convencion la necesidad de conceder o no el voto a la mujer. Desfilaron ante dicho Comite, durante la audiencia publica celebrada por el mismo para sondear o auscultar la opinion del publico sobre este asunto, distinguidas damas de nuestro pais, habiendo una preponderante mayoria de ellas hablado a favor de la concesion del voto a la mujer filipina.

No obstante este hecho, el Comite ha decidido, por medio de una mayoria insignificante, negar a la mujer filipina el derecho del sufragio. La votacion en el seno del Comite fue de 24 a favor y 19 en contra, estando ausentes tres o cuatro de sus miembros.

Con todos los respetos debidos a la decision de dicho Comite, me he tomado la libertad de hacer uso del privilegio que tienen los miembros de esta Convencion de hablar ante vosotros, con la esperanza de que, por la insignificante ayuda que pudiera aportar, se me permita deliberar mas extensamente sobre la cuestion en este mismo recinto.

Años ha se inicio ya en Filipinas el movimiento a favor del sufragio femenino. Por el impulso y la inspiracion recibidos de otros paises que ya habian implantado el voto femenino, particularmente, por el ejemplo que nos ha dado America, bajo cuya soberania cabenos hoy el honor de estar reunidos para redactar la Constitucion para el Gobierno de la Mancomunidad, nuestras mujeres. acaudilladas por las mas conspicuas e inteligentes, con el apoyo de distinguidos estadistas filipinos, como el Presidente de nuestra Convencion, Honorable Claro M. Recto, y otros legisladores, emprendieron una lucha heroica cuya culminacion gloriosa fue la aprobacion de una ley el año pasado, concediendo el voto a la mujer desde el primer dia del año que viene.

A pesar de los esfuerzos desplegados por nuestras mujeres y la concesion final del voto a ellas por nuestra Legislatura, y a pesar de los brillantes argumentos que las mismas aportaron ante nuestro Comite, este opto por negarles el derecho ya otorgado, pero aun no ejercido, siendo este paso de consecuencias muy lamentables, pues es un verdadero paso hacia atras, un retroceso en el progreso de nuestra libertad. hoy precisamente que, por la magnanimidad de America, se introduciran muy pronto en nuestro pais los cambios fundamentales que todos esperamos, para recorrer solos el camino de nuestra eman­cipacion.

Con el objeto de apelar a vosotros, Caballeros de la Convencion, me he levantado hoy para unir mi voz de protesta contra la decision injusta de nuestro Comite, un acto que podria calificarse de conculcacion de los derechos sagrados de una libre ciudadania como es la nuestra.

No os cansare repitiendo los argumentos que se han aducido en varias ocasiones a favor del sufragio femenino. Mas, me permitireis contestar el socorrido argumento de que si realmente amamos y admiramos a la mujer filipina, no debemos permitirla que se revuelque en la cienaga de la politica. Semejante argumento equivale a una admision clara e inequivoca de que la politica en nuestro pais es tan vil, tan baja, tan sucia que debemos alejar de ella a la mujer. Sostengo, sin embargo, que pese a los que quieren pintar la politica en filipinas, nada menos que como otro famoso Spoliarium, esa politica no es tan hedionda como se pretende hacernos creer, Claro esta que por su misma naturaleza, la politica no esta del todo. exenta de maquinaciones y estratagemas que merecen la mas severa censura.

Pero esta en nosotros y en la mujer misma, redimir la politica y colocarla en un nivel elevado, si es verdad que hay algo o mucho de malo en ella, como se alega. Admitiendo, en gracia al argumento, que es mala la politica, ¿no creeis, caballeros de la Convencion, que la entrada de la mujer en ella serviria como un faro en medio de una tempestad, como algo semejante a la visita de esas damas caritativas que van a los barrios en que estan retratadas la pobreza, la miseria, el hambre, para llevarles socorro y alivio, como algo similar a la visita del medico que va a la casa de un paciente para curarle y restablecer su salud quebrantada?

Es mas: La aprobacion de la Ley de Independencia, en virtud de la cual estamos reunidos hoy en este salon, ha servido de ratificacion de todo adelanto, de todo progreso que hemos venido haciendo desde hace años. Como parte de ese progreso esta la extension del voto popular. A medida que vamos progresando en nuestro gobierno, se va extendiendo tambien el voto, no ya solo a las mujeres sino tambien a los varones. Hoy por hoy, existen aun varias localidades que llamamos distritos municipales, donde el voto esta muy limitado. Por de pronto, se ha iniciado el movimiento en el seno del Gobierno mismo para que el voto se extienda a esa gente. La extension del voto a la mujer constituye uno de los mas brillantes hijos de nuestro progreso. La ley que concede dicho sufragio ha sido aprobada por nuestro actual gobernador, el Honorable Frank Murphy, y que yo sepa no ha sido revocada. Al contrario, habiendo sido concedida la Ley de Independencia despues de haberse aprobado la ley sobre el sufragio femenino en Filipinas, es logico pensar que dicha Ley de Independencia es un acto aprobatorio y confirmatorio de todo el progreso que en conjunto hemos realizado en los ultimos años y es patente en todas partes del Archipielago. ¿Por que regal de tres hemos de retirar hoy el voto concedido a la mujer, mediante el ardid de no incluirlo en la Constitucion que esta Asamblea Constituyente esta hoy discutiendo? ¿Por que retirar de ella un derecho que en buena lid ha ganado y que es inherente en ella, como el derecho de libertad es inherente en el pueblo filipino? ¿Por que negarle el uso de ese derecho sin haberia antes permitido ejercerlo? ¿Acaso nuestra Legislatura, al conceder a la mujer filipina el voto, no fue sincera en su actuacion y trataba tan solo de juguetear con ella, como hacen algunos hombres malevolos con algunas mujeres inocentes?

Caballeros de la Convencion; apelo a vuestro sentido de justicia, de magnanimidad; a vuestros sentimientos mas caros para con la mujer, para corregir cualquiera injusticia que pudieramos inferirla en esta cuestion del sufragio. Apelo a vosotros para que se inscriba en nues­tra Constitucion una disposicion en el sentido de que "el derecho del sufragio de los ciudadanos de las Islas Filipinas no se negara ni se limitara por razon del sexo." Asi, no solo habremos demostrado una vez mas el respeto y la estima que tenemos a la mujer filipina sino que habremos ademas sostenido y ratificado una actuacion de la Legislatura Filipina, representacion genuina de nuestro pueblo y de nuestro sentido de progreso y cultura.

Antes de terminar, permitidme, señor Presidente y Caballeros de la Constituyente, que recuerde lo que dijo aqui no hace mucho el distinguido Presidente del Comite sobre el Sufragio, Honorable Jose Altavas, al hablar en contra de la concesion del voto a nuestras mujeres; que el, cuando joven y miembro de nuestra Legislatura, era partidario del sufragio femenino, pero que hoy viejo, padre de muchas niñas y abuelo ademas, se opone al voto de la mujer por considerarlo perjudicial a ella. Tales palabras se dijeron con enfasis, dos o tres veces, en el calor de su brillante peroracion. Yo entonces consideraba satisfactoria esa explicacion de su cambio de frente, pues nada de particular hay en que un hombre cambie de opinion sobre un asunto de trascendental importancia, al correr de los tiempos y en el intervalo de casi una generacion a otra, y segui creyendolo, Señor Presidente, hasta que el Delegado por Camarines Sur, Honorable Manuel Abella, puso en mis manos el Proyecto de Precepto Constitutional No. 534, sometido a esta augusta Asamblea el 24 de agosto de 1934 por el mismo Delegado por Capiz, Honorable Jose Altavas, en el cual se dispone "que el sufragio sea universal sin mas limita­cion que la edad," y sorprendido, me pregunto como es posible que un hombre cambie de actitud en el periodo tan corto de casi un mes. En medio de mis dudas y vacilaciones, Señor Presidente, acabe por convencerme de la verdad de aquella cancion: "son los hombres como los vientos que por momentos suelen cambiar."

Señor Presidente, pido que se ineluya en el record, por lo que pueda valer, el proyecto de precepto Constitucional No. 334 sometido por el Delegado por Capiz, Hono­rable Jose Altavas, como parte de mi humilde discurso.

MANIFESTACION DEL SR. ALTAVAS

SR ALTAVAS: Señor Presidente: antes de presentar al siguiente orador por parte de los antisufragistas, permitame que manifieste algunas razones para contradecir lo que acaba de exponer el Delegado por Bulacan, Honorable Buendia.

Aunque no soy un sabio, yo recurro a aquel refran que dice: "es propio de sabios mudar de opinion," relacionandolo con esa resolucion a que hizo referencia dicho Delegado.

Es verdad que he presentado eso, pero desde entonces, desde aquel tiempo en que abogaba por el sufragio femenino hasta ahora, ha trascurrido mucho tiempo, ahora he encontrado que yo estaba equivocado, y que no puedo insistir en el error, porque insistir en el seria una terquedad de mi parte, y yo quisiera pecar de todo, menos de ese defecto. Creo que seria un error el que yo abogara por el sufragio femenino, con hijos casados, no me es posible. .

SR. ABELLA: Si el Caballero quiere consumir un tumo

SR ALTAVAS: Estoy contestando a una alusion hecha por el Delegado por Bulacan.

EL PRESIDENTE: El Caballero no tiene el control de los antisufragistas.

SR. ESCAREAL: Esta fuera de orden el Caballero de Camarines Sur, Señor Presidente.

SR. ALTAVAS: Voy a continuar defendiendome. La presentacion de ese proyecto obedece a una tactica, porque desde que vine a esta Convencion, o los primeros dias, he venido siendo objeto de muchos muñimientos por parte precisamente de los sufragistas que me forzaban a aceptar el proyecto en ese sentido, y al objeto de evitar todo movimiento encaminado a ponerme obstaculos, yo les he dicho: "Bueno, vamos a presentar ese proyecto, pero que se conceda el sufragio a todas las personas, hombres y mujeres, si puede ser esto aceptado"; pero, desgraciadamente, su autor no lo acepto, asi es que en este proyecto de precepto constitucional no hay ninguna nota explicativa. Era una tactica, porque no podia conformarme con ello, al objeto de zafarme de tanta presion moral que se ejercia sobre mi.

Ahora, despues de lo expuesto anuncio que el siguiente orador que voy a presentaros es el Honorable Fermin Caram, Delegado por Iloilo.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el Caballero de Iloilo.

DISCURSO DEL SR. CARAM

SR. CARAM: Señor Presidente y Caballeros de la Convencion: Me levanto hoy en los escaños de esta augusta Camara, no con el animo de atacar a la mujer, sino todo lo contrario; muy en alta voz hablare con sinceridad en defensa de la madre, de la esposa, de la hija, de la hermana, de la mujer filipina que es buena y piadosa.

Hay un aforismo muy popular y admitido por todos, que reza asi: Quien bien te quiere, te hara llorar. Los Caballeros que sostienen con denuedo que se conceda el voto a la mujer, pretenden, en su elocuente alegato, conquistar derechos absolutos pero irrealizables, bajo la sombra de la igualdad. Si consiguen su deseo, habran derribado del pedestal de oro en donde la historia ha colocado a la mujer filipina, y esta, ante la realidad de los hechos, llorara al final de la jornada.

Nosotros, los que negamos el voto a la mujer porque no queremos halagarla, con crueldad, en sus ilusiones, y porque no queremos la bancarrota de sus hermosas costumbres; las hacemos llorar hoy, es verdad, pero es a cambio de una posteridad feliz como hasta ahora ha sido para la mujer filipina.

Los distinguidos paladines del voto de la mujer nada ofrecen para reemplazar lo que derriban y seguro estoy de que, si supieran claramente las paginas que les reserva la historia, tambien Horarian.

Mujer filipina, de nobilisimo corazon, no nos culpes por nuestra prudente actitud al negarnos a concederte el voto; somos inocentes, pero leales a tu dulzura. Las circunstancias de ambiente y de tiempo en que vivimos, justifican nuestra conducta, y, sobre todo, porque es nuestro vehemente deseo que conserves en tu frente la diadema de inflexible virtud que Dios te ha concedido.

No soy defensor de lo antiguo, ni despreciador de todo lo moderno, ni soy soñador; soy un medico humilde de provincias, acostumbrado a dar preferencia a los medios conocidos como eficaces para curar dolencias humanas. Iguales remedios quiero para nuestro pais en estos dias de grandes problemas economicos, de defensa nacional y de la grave amenaza de convertir a Filipinas en un pueblo de empleados. Por ahora debemos dejar a un lado los experimentos que abren ante los ojos de los observadores de esta Camara nuevos y quiza temerosos horizontes.

Todos deseamos y aspiramos al mismo ideal y en el fondo de nuestras almas existe aun un anhelo ardiente del bien de la mujer filipina y de la grandeza de nuestra patria. Demos tiempo al tiempo y esperemos la consigna del destino para las grandes reformas. Lo mas perfecto, si asi se considera el sufragio femenino, hay que dejarlo para cuando su practica sea posible.

Voy a contestar brevemente a los argumentos aducidos aqui por los brillantes y habiles defensores del voto de la mujer, y os encarezco que disimuleis las repeticiones en que yo pudiera incurrir durante mi disertacion.

PRIMERO—Se alega que las mujeres constituyen la mitad de la poblacion filipina, y el no concederles el voto, seria contrario al sufragio universal.

CONTESTACION: Hombre y mujer, dos en una carne, perfecta sociedad. El, autoridad; Ella, ayuda y consejo; los hijos obediencia. Asi esta constituida la familia, muchas familias forman la gran sociedad que por otro nombre se llama pueblo.

La intervencion de la mujer en el sufragio destruiria su naturaleza, sus encantos y sus cualidades caracteristicas. La mision de la mujer es la maternidad. Su deber es formar el corazon de sus hijos que seran despues el tesoro mas grande de una nacion, con hogares felices y dichosos, donde reine el amor y la paz, y de donde saldran los mozos trabajadores que prosperen el hogar y la familia, y los valientes soldados que sepan amar y defender a la patria, crecidos todos en la escuela de las maternales rodillas y al son de cantos de dulzura y amor, unicos conquistadores del corazon humano. Todo este conjunto sublime quedaria disuelto sin la presencia de la mujer proletaria que constituye la gran mayoria de la poblacion.

La mujer pueblerina, la mujer humilde por cuyo interes esta Asamblea debe legislar; emplea todo su tiempo en los quehaceres domesticos. Se. dedica a lavar y zurcir la ropa del marido, del padre, del hermano y de sus hijos. Atiende la cria de animales domesticos; cuida de la huerta en donde se cultivan hortalizas para el consume de la familia, y ademas, unas cuantas flores para recrear la vista y hacer que la vida sea mas suave y mas llevadera; presta servicios de enfermera cuando un miembro de la familia es aquejado de una enfermedad, prepara la comida mientras el hombre lucha a brazo partido en busca del alimento para toda su familia. Este, en cambio, rotura los campos, abre los surcos donde deposita la simiente; carga y descarga ferrocarriles y vapores, y lleva sobre sus hombros enormes y pesados bultos de mercancias; trabaja en las fabricas, muchas veces con exposicion de su propia vida, y en donde la carne se desgaja a pedazos y crujen los huesos, y vienen las rajaduras y las amputaciones. Todo este sacrificio lo hace el hombre con cristiana abnegacion, cumpliendo con el codigo de su conciencia y su responsabiladad ante el mundo y ante la mujer; porque sabe que esta no puede fisicamente ejecutar trabajos tan duros y peligrosos que la naturaleza ha regalado como patrimonio exclusivo del hombre.

La mujer en el cumplimiento de sus deberes domes­ticos no goza de paz y tranquilidad; esta constantemente asediada de grandes peligros. Las amigos la invitan a jugar al "panguingue" y a la loteria y los corredores del pernicioso juego conocido por "jueteng" tambien perturban su soledad, al extreme de que no solamente le hacen malgastar el tiempo, sino hasta el pequeño jornal diario del marido, exponiendose a quedarse sin recursos para auxiliar al hijo enfermo que necesita de asistencia medica, de medicina y de leche para su dieta, durante la enfermedad.

Caballeros de la Convencion, concediendo el voto a la mujer, habremos contribuido con esta funesta medida a turbar mas su tranquilidad, exponiendola a un peligro muchisimo mayor del cual seria autor el buscon electorero, que en la mayoria de las veces suele ser persona astuta y de dudosa reputacion. Nosotros y nadie mas que nosotros, seremos los responsables del quebrantamiento de la unidad de la familia y de las otras consecuencias que puedan ocurrir, y pregunto yo ahora, ¿cual es el objetivo de tanto sacrificio de parte de algunas contadas damas al solicitar el voto para la mujer, y cual es el movil que hoy mueve a nosotros para asumir la tremenda responsabilidad ante las generaciones por venir que pueden inculparnos despues por nuestros errores? Se dira que es para ayudar al hombre. para procurar un gobierno mejor. ¿Acaso el gobierno actual no es satisfactorio? Tan mal lo hacenos los hombres que hoy necesitamos del auxilio de la mujer en la administracion de los asuntos publicos? ¿No tienen lo suficiente estas benemeritas damas con el cumplimiento de sus deberes domesticos, y el que se les arranca muchas veces, abusando de su bondad, de su generosidad, para que llamen a las puertas de la caridad publica en bien de las instituciones beneficas, como el asilo de pobres, el centro de puericultura, la Cruz Roja y otras, actividades de la vida que envuelven interes general y que para ejecutarlas, Dios las ha reservado para la mujer?

El respeto y admiracion que se le guarda a la mujer para quien ahora hasta las puertas de hierro se abren de par en par cuando ella llama para socorrer a los damnificados; esta hermosa apreciacion que siente hoy el publico para con el bello sexo, me temo que desaparecera, se entibiara, si se le concede el derecho del voto.

No podemos cerrar los ojos ante la realidad de los hechos; todos sabemos que la politica no tiene entrañas y que en el calor de la lucha no se respeta a hermanos ni a amigos intimos; el amor propio es el que manda y no escatima medios, licitos o ilicitos para vencer al adversario. La persona mas honrada del mundo es lapidada de insultos soeces en los mitines publicos, y en la mayor parte de las veces, nada menos que por hombres irresponsables que solamente encuentran trabajo en los dias de lucha electoral; y el hecho mas deplorable es que esos oradores cinicos estan algunas veces pagados por un hermano o por un amigo nuestro, intimo del alma, pero que militan en diferente bando politico.

Seguro estoy de que no tendremos los hombres suficiente valor para taparnos los oidos ante los improperios que se pueden proferir contra la esposa, contra la madre, contra la hija, contra la hermana, y no podremos — me atrevo a asegurar desde ahora, mirar con buenos ojos las manifestaciones callejeras, el entusiasmo electoral, con la ropa llena de polvo, mojadas de sudor, y los ojos desorbitados, vociferando y recibiendo insultos en los arrebatos de una porfiada lucha electoral.

Esta radical mudanza en la institucion de la familia filipina, se tendria que reemplazar forzosamente con la admision de la ley del divorcio lo cual acabaria por destruir tan hermosa institucion que Dios nos ha legado.

SEGUNDO—Se ha dicho aqui que las diferencias de sexo son meramente de orden fisico, y que el requi­sito que debe preponderar es el de orden moral e intelectual.

CONTESTACION. Eva, origen de todas las mujeres, procedio de la costilla de Adan, en cambio este fue creado por Dios de una porcion de barro, segun la Biblia.

La administracion de los Santos Sacramentos se confio a los descendientes de Adan y no a los de Eva. No ha existido hasta la fecha una sacerdotisa y es signifi­cativo el hecho de que la Iglesia no permite a las mujeres, ni siquiera desempeñar el triste papel de sacristan para poder ayudar a misa. ¿Sera por el temor de que contesten al cura antes de tiempo? Ademas, si la mujer vota, sin seguir la voluntad del padre, del marido o de los companeros de casa, introducciria una disencion en el sono del hogar, muy prejudicial para la unidad de la familia y hasta para la educacion de los hijos.

TERCERO —Se ha alegado aqui que las mujeres tienen intereses y derechos como los hombres; deben, por consiguiente, ser protegidas en la legislacion al objeto de no victimas de una ley de clase, para hombres solo.

CONTESTACION: Los legisladores, son persnonas, en su mayoria, de edad madura y de prestigio cultural irrefutable. Son casados la gran mayoria de ellos, con familia mas o menos numerosa, y en sus actuaciones publicas, no solamente tienen en cuenta el interes del pueblo, sino tambien, como humanos que son, ponen especial atencion en lo que pueda afectar al interes de la esposa, de la hija, de la hermana y de la nuera, que constituyen el pedazo de su corazon.

Y si las mujeres siguieran la voluntad del padre, del esposo en las votaciones, entonces equivaldria a duplicar el voto para un mismo candidate, y no se habra Ganado nada concediendo el sufragio femenino, sino al contrario, agravaremos la situacion economica del Gobierno.

CUATRO—Se ha recalcado aqui que la mujer ha conseguido conquistar sus derechos civiles y hoy puede manejar sus propiedades; y se pide, por consiguiente, que se le conceda sus derechos politicos para votar.

CONTESTACION: La mujer fisicamente esta imposibilitada de cumplir los deberes de ciudadania; no puede hacer el papel de soldado, nir ir a la Guerra como el hombre, como tampoco el hombre puede desempenar el papel de nodriza.

QUINTO—Se ha alegado tambien con sobrada razon, que las mujeres son moralmente superiors al hombre, y su intervencion en la politica, purificaria el ambiente electoral, majorando el gobierno mismo.

CONTESTACION: Debajo del cielo, anda y andara siempre mezclado el bien con el mal; y hasta las instituciones que son santas, en la parte que tienen de humanas y que tocan la tierra, pueden corromperse. Las mujeres—que me perdonen la franqueza—por naturaleza suelen ser mas debiles, mas exaltadas y mas sensibles que los hombres. Esa se comio la manzana e hizo que la comiera Adan a pesar de la advertencia del Señor. De modo que, para ellas, el peligro seria mucho mayor si tomaran parte activa en la politica, ejerciendo el derecho del voto.

La peticion de las distinguidas damas que ban estado siguiendo, en esta Asamblea, el curso de las discusiones sobre el asunto que embarga hoy nuestra atencion, no ha producido hasta la fecha la reaccion esperada entre el elemento femenino distribuido en las diferentes Islas de nuestro pais. No hemos oido de mitines ni de manifestaciones publicas para robustecer el deseo de conseguir el sufragio de la mujer. Yo no he recibido ninguna resolucion ni a favor ni en contra procedente de mi distrito. Igual ocurre con la mayoria de los delegados de esta Asamblea. Prueba elocuente de que la mujer filipina no tiene interes en el asunto. Y tratandose de una legisla­cion tan importante que puede afectar a las venideras generaciones, yo creo con sincera lealtad, que no debemos aprobarla, sin antes contar con el consentimiento de los siete millones de mujeres filipinas.

El ilustre caballero de Manila, delegado Palma, en su brillante defensa a favor de la concesion del voto a la mujer, adujo como argumento que la politica es un negocio cornun, en el cual deben tener igual participacion tanto el hombre como la mujer. Es verdad que se trata de un negocio comun, pero los deberes tambien deben estar distribuidos por igual. Asi como el zapatero debe dedicarse a su zapateria y el cocinero a su cocina, yo abogaria por que la mujer estuviese al frente de la oficina de bienestar publico, conocida en ingles, por public welfare, pues segurisimo estoy de que desempeñaria el cargo muchisimo mejor que el hombre, porque esta mas en concordancia con sus sentimientos delicados y humanitarios.

Lucubrando sobre ese mismo asunto, el distinguido delegado por Manila aconseja que no se deje de seguir el modernismo como uno de los frutos de las conquistas de la Revolucion. Si se acepta por buena esta tesis, entonces tendriamos que abogar por muchas cosas modernas que se practican hoy dia en otros paises, como la introduccion del divorcio en Filipinas, el amor libre, el matrimonio a plazos, el matrimonio a prueba y el matrimonio poligamo para el cultivo de la raza.

Se queja el Delegado Palma de que hoy dia la mujer vota clandestinamente, y pregunta por que no darle responsabilidad. Se olvida el Caballero de Manila de que la mujer esta hecha de una costilla rota de Adan y que Dios, al crearla, la hizo para que sirviera de compañera, de consejera y para la conservacion del genero humano. Hoy dia, como ayer practicamente, los hombres hacen lo que las mujeres quieren y desean, ¿para que distraerlas de su cometido de mujer y exponerlas a que se salpique su traje con el lodo de la politica?

En sus esfuerzos por conseguir la purificacion de las elecciones con la inclusion del voto de la mujer, muy heroicamente el distinguido Delegado de Manila dice que si no se aprueba esta legislacion porque se quiere tanto la pureza y el honor de la mujer, ¿por que, pregunta el con ansiedad, no se suprimen los cabarets? Por lo visto, el Caballero de Manila no frecuenta esos centros de di­version en donde no se insulta a la mujer ni se la pone ante la vindicta publica. Si la bailarina peca, lo hace clandestinamente, como podria hacerlo cualquier hija de Eva, aunque esto de pecar no es la regla sino la excepcion, y la excepcion no hace la regla.

Señor Presidente, el mundo entero conocio y conoce la virtud y belieza moral de la mujer Filipina. Estas hermosas cualidades, peculiars en ella, estan escritas con letras de oro en la paginas de nuestra histora, y es nuestro deber moral no consentir que la mano de ningun hombre las pueda borrar.

La mision de la mujer filipina en la sociedad es divina. Ella viene a ser como el corazon del pueblo. Si ese corazon esta sano, hace que circule por doquier sangre pletorica, robusta y vigorosa; entonces no hay que temer por la suerte del pueblo. El organismo de la so­ciedad tendra vida fuerte, mientras la tenga el corazon. Y es nuestro deber conservarlo sano para el bien y la felicidad de nuestra partia.

He dicho.

MR. VINZONS: Mr. President, the next delegate to speak is Delegate Joven.

EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el Caballero de Ilocos Sur.

DISCURSO DEL SR. JOVEN

MR. JOVEN: Mr. President and Gentleman of the Convention: I rise this evening to speak in behalf of God's creation—woman whom as someone said, God had taken out of man, not out of his head to top him, nor out of his feet to be trampled under foot, but from the side to be his equal, under his arm to be protected, near his heart to be loved. It has to be, Mr. President, that a man and not a woman speak in behalf of women. It has to be thus because now they are deprived of the right to voice their sentiments and to demand their right to appeal to our sense of justice and to our sense of equality. It is a pity that a man now will speak in behalf of women. Women themselves should do so. This is really a lamentable fact, but it is an argument in favor of the enfranchisement of women, an argument in favor of giving them a voice in the affairs of the Gov­ernment.

The pending resolution involves the question of whether to withhold or not to withhold from our women the right to vote and be voted. I use the word "with­hold" advisedly for the reason that right now our women are given that right, and yet by the resolution this Con­vention seeks to withdraw, to withhold from them, the right already granted them. I say also that that right really belongs to them, is due them, because if the right to vote is based upon the interest one has in the Govern­ment, if the right to vote is predicated upon one's political intelligence and judgment, I say that the women of the Philippines now have sufficient interest in the affairs of the Government. They possess the requisite political in­telligence and judgment to be able intelligently and pro­perly to exercise or utilize the right to vote.

Mr. President, I wish to make clear my stand on this important question that confronts the country in general and this august Body in particular. I am against the proposition that the question of woman suffrage be left to the Legislature. I am squarely on the proposition that the right of suffrage for our women be embodied in the Constitution. However, there are men who believe that woman suffrage will just be an experiment in the Philippine Islands. It will naturally have to be an experiment, because women will exercise it for the first time. There are those men who fear that giving suf­frage to the women of our country will just be like giving a knife to a child. Although I do not share that view, I would be willing to have a provision inserted in the Constitution granting our women the right to vote and be voted, but making that provision easy to amend. In the draft of the Constitution submitted by the Sub-Committee of Seven of the Sponsorship Committee, there is a provision regarding the method or procedure to effect amendments. It is provided that with a vote of three-fourths of the members, the National Assembly or the Legislature may approve an amendment to be ratified by the voters at an election.

Gentlemen of the Convention, we can insert a provision in the Constitution enfranchising our women, but we cannot leave the amendment of that provision to the Legislature alone and subject the right to the mere will and even whim of a mere majority of the members. On the other hand, if woman suffrage, as an experiment in the Philippine Islands, should fail, it will not be dif­ficult to amend the provision regarding it because then only three-fourths of the members of the Legislature will be needed to effect the amendment. Of the principal rea­son adduced by the opponents of woman suffrage that the granting of its right to our women is not in harmony, nay, it is at war with our tradition, let me ask: Has not tradition been already disregarded? Has not tradition been shattered by progress and advances? Let us review the pages of history and see that in the wake of the victorious march of progress, our prejudices, our long-honored ideas, have been broken to pieces and thrown away.

The opponents of woman suffrage predicate their opposition on the assumption that our women of today are the Maria Claras of yesterday. That is a false premise, that is a false assumption. The Maria Claras or the Maria Clara type "is gone. I would be ashamed, Mr. President, of our women of today if they were still the Maria Claras of yesterday—women who lived in seclusion, frail and fragile, taken care of. It is an insult to pro­gress and civilization if we claim that our women today are of a bygone era.

It has also been said here, I think by the destinguished Gentleman from Capiz (Mr. Altavas), that we should not grant our women the right of suffrage because they think not with their heads but with their hearts. Let us examine this argument. Well, it is good, Gentlemen of the Convention, if they think with their hearts. Some of us men do not do that. We do not use our heads, and we do not use our hearts either.

I know that in the heat of election campaigns, we men are most likely to suit ourselves to the conventional humor of politics and do not stop at anything to win what we are after. It is better that women under such circumstances use their hearts, because in that case, at least, there will be some element of mercy in the affairs connected with the election campaigns.

It has been said, and I think it was said rightly, that justice and equality, like charity, should begin at home. Now, let me ask: By witholding the right of suffrage from our women, will there be equality in the home? The answer is obvious. It is only by granting that right to our women that there will be equality in the home, and I think it is only on the basis of equality, on the basis of justice, that the home or any other institution can prosper and be happy and contented.

It has also been alleged as a reason that, with suffrage, a woman will no longer be fit for the duties of the home; she will be so busy with politics, that she will neglect her duties as a wife or her duties as a daughter. In fact, the people say that her duties are in the home. It has been said that a woman is for the home, while a man must look for the means and the resources with which to support and maintain the home, his wife and children. Now men are engaged in politics. And yet nobody claims, none of us claims, that we men are neglecting our duty to support the family.

SR. ALTAVAS: El tiempo del orador ha expirado.

MR. VINZONS: I ask that he be given an extension of three minutes.

THE PRESIDENT: Is there any objection? (After a pause.) The Chair hears none. Approved.

MR. JOVEN: (Continuing.) I was saying, Mr. President, that a woman is for the home, while a man must look for the means with which to support his family, wife and children. But men, engaged as they are in politics, do not neglect their duty of providing for the support of the family. I am confident, therefore, that if our women are given the right of suffrage, they will not neglect their duties at home. There are now many women engaged in business, women engaged in affairs of the Government and other activities outside of the home. They are still good mothers, they are still performing their duties that devolve upon them within the walls of their homes.

It has been argued here, Mr. President, that politics is dirty. I deny the assertion that politics is dirty since politics is the science of government, and our Gov­ernment, is supposed to be for our well-being. If gov­ernment is dirty, it is because it is made so by men, men who participate in politics. It is to be conceded that in all activities where women take a part they have that purifying and elevating influence. I have no doubt that in politics they will exert the same effect.

Let us, therefore, do justice not only to women but to ourselves—we who are proud of our women; let us make them participate in the affairs of our Government in order that they will serve as the encouragement, the impetus, in bettering the conditions where betterment is needed. Let us make them, Mr. President, form a part of that spring from which comes our political stability and independence.

I thank you.

(A las 6:20 p.m., el Presidente cede la presidencia al Vicepresidente, Sr. Montinola.)

SR. ALTAVAS: Presentamos al Delegado por Albay, Señor Conejero, como el siguiente orador de nuestro lado.

EL VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el Delegado por Albay.

DISCURSO DEL DELEGADO CONEJERO EN CONTRA DEL SUFRAGIO FEMENINO

SR. CONEJERO: Caballeros de la Asamblea: Siento en el pecho un vago temor al levantarme a dirigiros la palabra en este momento, pues me doy perfecta cuenta de lo delicada que es la materia que se discute, y no quisiera que mis mejores propositos o intenciones fueran torcidamente interpretados por aquellas precisamente a quienes he dedicado los mejores pensamientos de mi vida y por quienes no vacilo en exponerme a la malquerencia de algunos y al odio de otros, con tal de protegerlas de ese baho letal de la politica engañosa y rastrera.

No espereis que os hable de Catalina de Rusia, Isabel de Inglaterra, Isabel de España, Catalina de Medicis o cualquiera otra extranjera, porque estamos legislando para Maria Clara. Tampoco oireis de mi ningun relato historico de otras naciones, ni he de cansar vuestra atencion con tediosas estadisticas, porque entiendo que debemos ocuparnos de la mujer de nuestro pals, prescindiendo por completo de los diversos lugares del planeta, donde no se puede decir, como en Filipinas, que es "perfume el ambiente," y "es un sueño la vida,"

Nuestra historia, nuestra psicologia, nuestros gustos y hasta nuestros sentimientos nos impiden equipararnos con otros pueblos, porque nos diferenciamos totalmente de ellos y no siempre es bueno, ni siquiera conveniente para nosotros, lo que en muchos casos ha resultado un exito para los demas.

No discutamos como filosofos en agraz ni perdamos el sentido de la realidad. Resolvamos esta cuestion de acuerdo con nuestras propias necesidades y con vistas a las consecuencias que mas tarde pudieran acarrearnos.

Yo me opongo, por ahora, a la concesion del sufragio femenino por dos razones:
  1. a—Porque no existe necesidad alguna, real e inmediata, para su concesion.

  2. a—Porque el sufragio femenino daria lugar a la participacion de la mujer en la politica y produciria como resultado su degradacion moral y social y la desmembracion de la familia, institucion, esta, para nosotros sagrada, y de la que siempre nos hemos enorgullecido, porque constituye la base de nuestra propia nacionalidad.
Han desfilado ya ante nosotros los mas acerrimos defensores del sufragio femenino. Hasta este instante, ninguno ha demostrado con exito que existe alguna necesidad real e inmediata que pueda impulsarnos a la concesion de este privilegio.

Tampoco se nos ha dicho que males o trastornos nacionales podra acarrear la negacion del sufragio feme­nino, con excepcion de las huelgas y revoluciones que en su exaltada imaginacion ha conseguido forjar el Caballero de Camarines Norte. Estas amenazas sin embargo, no asustan mas que a esos bienaventurados y causan sin querer la hilaridad.

No crea el Caballero de Camarines Norte (Vinzons’) que sus temores se realicen, toda vez que, si sus preocupaciones tuvieran siquiera asomos de realidad, estariamos justificados con mayor razon para negar a las mujeres el sufragio, porque si ahora, van a ser capaces de tal enormidad, señores, solo Dios sabe a donde llegarian si tuvieran ya el sufragio en sus manos. Ni tampoco se puede temer que nuestras mujeres voten en contra de nuestra Constitucion, tan solo porque no se les conceda el voto.

El estimado Colega de Camarines Norte, al querer reforzar sus argumentos con la fatidica profecia sobre apocalipticos males, ha infligido sin querer, un golpe de muerte a la causa que defiende porque parace haber olvidado que mas se gana con la persuacion que con la amenaza. Quiero, sin embargo, creer que nuestras mujeres nunca han pensado seriamente en tales desvarios; porque todo el mundo sabe que la filipina siempre ha sido amante de la paz y el orden, y puedo aseguraros sin temor de ser desmentido, que las mujeres filipinas tienen grabado en su noble pecho el natural anhelo de libertad y no bastaran a hacerlas cambiar de opinion ni el amor propio mas entendido, ni los traicioneros consejos ni el rencor.

Desvanecidos tan macabros temores, volvamos nuestra atencion a la necesidad del sufragio femenino.

Han dicho y sostenido con caracteres de dogma, que debe concederse el sufragio femenino en Filipinas, porque ya se ha hecho lo mismo en America, España, Dimamarca, China y otras naciones mas.

¿Hasta cuando hemos de ser juguetes de la imitacion? ¿Es que nuestra vida nacional es menos civilizada que la del resto del mundo? ¿O es que temeis, señores sufragistas, que pueda decirse de nuestras mujeres que son menos civilizadas o han progresado menos en comparacion con otras que gozan de semejante derecho? No es por el sufragio femenino como se mide la civilizacion de un pais. Ademas, la filipina sabe muy bien que su mision esta en el hogar. Ella sabe tambien que no necesita ocuparse de las cuestiones de Gobierno porque de hecho reina sobre el pueblo y desde el trono que en su corazon lo han erigido los filipinos, ella dicta y manda, con sus sonrisas, con su cariño y con su amor.

Si continuais prestandome vuestra atencion pasare al segundo motivo de mi oposicion.

La concesion del sufragio femenino empujara necesariamente a la mujer al torbollino de la cruel e impiadosa politica. La mujer que propugne una idea, sostenga algun principio o simpatice particularmente con algun candidato luego, pasara al muñimiento y por el curso natural de las cosas, en su afan insaciable de triunfar, subira a las tribunas callejeras. Y teneis ya a la mujer tomando parte activa y principal en el juego non sancto de la politica.

Señor Presidente y Caballeros de esta Asamblea: Esta es la primera vez que pronuncio un discurso en este historico recinto y lo hago venciendo mi provinciana timidez, no para insultar ni zaherir a la mujer, sino para informarla de ciertos hechos que creo yo debiera tener muy en cuenta, antes de dar el paso del que pudiera arrepentirse mas tarde. Desconozco la pirotecnia del lexico y por eso me permitireis que con la sencilez del que dice la verdad os manifieste sin ambages ni eufemismos lo poco que se de la politica.

Por desgracia mia, he llegado a conocer la politica; conozco los medios de que se valen sus adeptos para llevar a cabo sus fines. En tres ocasiones distintas me encontre en el mismo vortice de ese desatado vendabal que llaman politica y no me arrepiento del todo, porque ahora puedo informaros, señoras sufragistas, siquiera de algo, ya que no de todo lo que he presenciado en ciertas campañas electorales.

Comienza generalmente el periodo pre-electoral con la presentacion de los candidatos y con la enunciacion de ciertos principios nacionales, de partido o de faccion.

Apenas han trascurrido varias semanas, van tambien acabandose los argumentos sobre los principios. La lucha de principios degenera en el personalismo. Se desmenuza la personalidad del candidato y se escudriñan sus actos mas intimos. Cuando ya no hay mas que hablar de el, se busca en su genealogia y comienzan por atacar a su familia y a sus allegados. Rebuscan sus defectos y cuando ya no se encuentran, ¿sabeis lo que se suele hacer? Sencillamente, se inventan.

Nada merece consideracion para aquellos lideres sin entrañas que no paran mientes ni en la memoria de los muertos ni en la santidad del hogar. Todo se expone en las plazas publicas donde se pisotea la verguenza, se rien de la dignidad y hacen muecas al honor de los que tienen la mala suerte de haber caido en sus manos, halagando por otro lado los oidos de una chusma que rie, aplaude y grita, sedienta de sensacion. Y si no quereis creerme, oid lo que dice a este efecto el mismo Presidente de esta Convencion, de cuya experiencia en la politica nadie puede dudar:
"En la ceguera producida por la intesidad de la refriega y la fiebre del proselitismo, los combatientes consideran licitas todas las armas si valen para vencer al adversario. Desde luego que, cuando el amor propio, el orgullo de la parentela o el prestigio del par­tido se ven comprometides, no hay que pensar en ningun privilegio, mucho menos en los privilegios del sexo. Diriamos suspendidas todas las garantias de la cortesania y caballerosidad, bajo la ley marcial de que hay que triunfar a toda costa."
(Discurso pronunciado en la Camara de Representantes el 13 de septiembre de 1934.)

Aqui teneis pintado, en breves y atinados rasgos, lo que es una campaña pre-electoraf. Esa es la antesala del empleo publico electivo y por ella tendreis necesariamente que pasar si pretendeis ayudarnos a manejar la cosa publica, ¿Os gustaria estar alguna vez expuestas en el escaparate de la maledicencia publica y servir de pasto para el comentario pueblerino? ¿Tendreis valor para zambulliros en ese muladar solo con el fin de conseguir la igualdad? Y ¿por que ansiais la igualdad cuando en Filipinas, la mujer, como dijo Recto, por la superioridad de sus sentimientos, fue siempre superior al horabre? ¿Por que os empeñais, señoras sufragistas, en que os perdamos hasta el respeto? Pues, ¿que respeto puede merecer aquella persona que, sabiendo de antemano lo que es una lucha politica, tiene sin embargo la audacia y desfachatez de participar en ella? Nunca olvideis que "la estimacion ajena nace de la propia estimacion." Recordad lo que dijo el poeta: "Quien empuña las armas para herir, debe aprestarse a ser herido; quien marcha por caminos de cienaga, no debe extrañar que los latigazos del fango le rubriquen la frente." (Del mismo discurso de Recto.)

Se me arguira diciendo que las mujeres podran purificar nuestra politica. Eso estaria bien si no hubiera peligro de contagio; y si, en vez de curar, ¿salieran contaminadas? ¿Que hariamos todavia cuando ya no tengan nada que perder?

Caballeros de esta Asamblea; una mujer cuya honra y dignidad han sido ya entregadas al populacho para su consumo, tiene necesariamente que sufrir en su moralidad cierto menosprecio, y ya la sociedad, que en muchas ocasiones es hipocrita y despiadada, no la mirara con buenos ojos. Todo; ¿por que? Por la igualdad.

Y una familia donde esto ocurra y donde distan diferencias de opinion con respecto a principios o candidaturas, no espereis que tenga y conserve la cohesion familiar que es exclusiva de nuestro pais, y muy pronto tendriamos que deplorar su desmembracion.

Las mujeres pueden en la actualidad ocupar tantos cargos, por mas elevados que sean, como los hombres, y de hecho ya estan algunas trabajando en los mismos. Solo se les pone al margen de los electivos, no porque sean incapaces sino por el daño que pueden sufrir.

Y voy a terminal, señor Presidente. Me opongo a la concesion del sufragio femenino, no por egoismo como pudieran creer, sino porque no quiero que nuestras mujeres se manchen en la politica con las salpicaduras de su inmunda baba. He dicho.

SR. GULLAS: Señor Presidents, el ultimo orador para la negativa es el Delegado por Bataan, Señor Cuaderno.

EL VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el Dele­gado por Bataan.

DISCURSO DEL SR. CUADERNO A FAVOR DEL SUFRAGIO FEMENINO

MR. CUADERNO: Mr. President and Gentlemen of the Convention: I thank you once more for your in­dulgence, that I may speak this time on a question which affects perhaps one-half of the population of these Islands. Varied arguments have been given for and against the question, but up to this late hour we have yet to hear one who can successfully rebutt the strong argument put forth by the distinguished scholar, the Delegate from Manila, Mr. Palma, that, being citizens of this country, with citizenship duties to perform and obligations to bear, the women should not be denied the right of suf­frage.

On the other hand, we have been regaled with the time-worn argument that with the right of suffrage our women will be exposed to political ills and to what has been so brazenly called "political dirt." Mr. Pre­sident, I do not subscribe to such a line of thought, for I cannot believe that the male population of these Islands is now so devoid of chivalry as to have lost faith in the fine qualities of our women.

Allow me, Mr. President, to state here an undeniable fact, which is the proven superiority of our women in handling the finances of our homes. Give them the opportunity to utilize their proven sagacity in the handling of the family budget in the business of government, and I am quite sure that their fine trait for economy will have a salutary effect in the manage­ment of our public affairs, in the years to come. You all will agree with me that the principal problems in the country during and after the Commonwealth period will largely be economic.

I have observed with no little enthusiasm the beauti­ful panegyrics expressed by those who have spoken on both sides of the question extolling the virtues and beauty of women. I wish I were as gifted as the gentle­men that have preceded me; only I would not, as my friends on the other side did, in one moment say beauti­ful things about a woman, call her a queen who has for her kingdom the sanctuary of a man's heart, and in another moment classify her with criminals, idiots, lunatics—the class of people who cannot vote. Our friends on the other side of the question seem to ignore the fact that while our women are as virtuous as be­fore, there has been a radical change in the values of things feminine in this country. The Maria Clara that inspires us today is not the pale, delicate flower that she was in the days gone by, conscious only of the things within the four walls of her home; we have come to admire the changes that have come to her sisters of today: their athletic bearing, their culture, the courage of their conviction—all of which make them the under­standing, intelligent, and companionable wives of today. My friends, just as the women take that solicitous care of their husbands' welfare and happiness, just as care­ful and able they have always been in the management of the family's finances, and just as immaculately clean as they have heretofore been able to keep our homes, so they will, if given the opportunity to help us men man­age the affairs of our Government, look after the welfare of our people, and provide cleanliness in our politics.

Mr. President, only a few minutes remain before we give our verdict on this all-absorbing question. Let us think and ponder. The resolution before the Con­vention, if approved by this Body, will deprive our women of a right which is theirs. Unlike this Body, the legislature has had all the time to consider this all-absorbing question all these past years and, as you all know, it finally decided to give our women the right to vote; and the action of that memorable Legislature which, in addition to its approval of woman suffrage, acted on other very important questions confronting the nation, has been praised by the outside world. It is a grave responsibility, I am sure, for this Body to deprive our women of the right that is theirs in the document that must contain a bill of rights.

Let us, my friends, have faith in our women; let us have faith in the breadth of their wisdom; and above all, let us have faith in their patriotism. I thank you.

SR. ALTAVAS: Señor Presidente, el siguiente orador es el Delegado, Señor Inting.

EL VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el Dele­gado Señor Inting.

SPEECH OF DELEGATE INTING AGAINST WOMAN SUFFRAGE

MR. INTING: Mr. President and Gentlemen of the Convention: After so many speeches delivered and arguments, both pro and con, advanced on woman suffrage, to speak on the same subject is tedious and cumber­some. I do not intend, therefore, to speak long on this subject but limit myself to refuting the arguments ad­duced by those who champion woman suffrage in this Convention.

It is alleged that ther can be no real democracy in our country if woma suffrage will not be granted to the Filipino women. I register my dissenting opinion on this allegation. Woman suffrage is not necessary for the establishment of democracy and the attainment of progress. Progressive nations of the world have successfully established democratic governments without granting to women the right to vote and be voted for. The right to vote is but a recent concession granted to women. The United States, by a constitutional amend­ment, enfranchised her women not long ago, yet for more than 150 years from the inauguration of American In­dependence, the United States has been recognize all over the world as a democratic nation, progressive and powerful, without women suffrage. The grant to women of the right to vote has not made the American gov­ernmental institution more democratic. America is just as democratic today as it was before the grant of the feminine vote.

In comparing the nations as to their standard of democracy, we are always apt to make a firm declaration that Switzerland is the most democratic nation of the world, yet Switzerland has not granted to women the right of suffrage. Woman suffrage is, therefore, not a necessary element in a democratic institution.

Who among us here will dare say that without woman suffrage our Government will be less democratic and our country not progressive? Shall woman suf­frage be the barometer to measure the standard of de­mocracy and progress of this country? My honest opin­ion is that the Philippines will be unmistakably democra­tic in our Commonwealth Government and in her inde­pendence to come without woman suffrage. Our pro­gress will depend on our ability to master and develop our resources.

Why should a few of our women, flattered by the thought of chivalry and courtesy in the style of Don Quixote, make the astounding cry that to grant woman suffrage is to grant freedom to our women? Is the ideal of freedom intentionally inserted in this debate in order to challenge the patriotism of the Filipinos who are pledged to sacrifice and die, if necessary, for the cause of freedom? Surely, Mr. President, if the call is to fight for freedom, especially for the freedom of our women, whose images we adore, whose tenderness we respect, whose femininity we love, there is not time for us, Gentlemen of the Convention, to argue on this touching subject but rally at a moment's notice under the banner of sacrifice for the freedom of our women. But this is not the case, Mr. President. The Filipino women are not slaves without the ballot; they are as free as the Filipino men who exercise the right to vote. I do not want to make this assertion without authority. So I wish to read to you a statement from no less an authority than Mrs. Sofia R. de Veyra:
"Philippine women have always been free and have always been held as equal to men. In the little rural barrios, you will always find some sort of woman leader. All over the islands women are highly con­sidered. Even when old they exercise full sway over the family and have the last word in all financial matters. The married children still call the mother as an adviser. The young women who marry go into partnership with their husbands, and while the men handle the work, it is the women who do the paying and oversee thinks generally. They are en­gaged in all kinds of business for themselves and are employed by scores of thousands. Many thousands carry work home where they can take care of their children and be earning money.

"They have the same opportunities in the profes­sions as men and are successful physicians and lawyers and members of the Bar Association. Laws made for them have combined the best of Spanish and English precedents. Women are guardians of their children; a married woman may hold property; of that which accrue to a married couple, the wife is half administrator. These are vested rights and cannot be taken way." (Harper, History of Woman Suf­frage, Vol VI, pages 721-722.)
Some of those who champion woman suffrage deplore the fact that our women are not on a footing of equality with our men because they are not allowed to vote. This statement does not have the sanction of cus­toms, actual conditions, tradition and the idiosyncracies of our people. Every Filipino regards our women as being placed on the high pedestal, the recipient of our adoration and respect, and the object of courtesy and chivalry of our Romeos and Galahads. On every occa­sion, whether in the home, in society, or in public places, the Filipino women are always given the preference and consideration. In street cars no Filipino has the courage to be seated without offering his seat to a woman stand­ing. This manifest evidence shows that the Filipino women are not only treated as equals but are placed on a high level. To grant suffrage, therefore, to our women is not for them to go up one step higher but rather to descend from their pedestal to the common level where male and female have no distinction, then and there shattering once and for all the tradition among our people to be respectful and adoring to the Filipino woman.

I was shocked to hear the argument that to deprive the women of the right to vote is equal or analogous to taxation without representation, which is tyranny. In the first place, I have not known of any Filipino tyrant. And I do not know if there is any Filipino who would like to be a tyrant in the future. Many of us here, perhaps except myself, may become great and powerful politicians, yet I doubt very much if anyone would dare add to his glories the prerogatives of a tyrant. The truth, Mr. President, is that the saying, "Taxation with­out representation is tyranny" is not applicable to the case at issue. The famous phrase saw birth among the American colonists who were not represented in the Par­liament of England. It brings back to our mind the rela­tion of a mother country to a colony, and surely it can­not apply to the relation of the State with her citizens. Of course, it is impossible to have everybody or every element in society represented in the lawmaking body. It is sufficient that a portion of the great body of citizens of different elements has representation. Hence, I em­phatically deny the application of the famous saying coined by the American colonists to the proposition that suffrage be granted to the male citizens only.

I was enticed by the argument that the women's role would constitute the purifying, the refining element, in our present-day politics and the determining factor in the progress and advancement of our country. But after hearing someone cite the frauds and irregularities committed by some of our women leaders in the election of their club officials, I began to doubt—and I am now convinced that the feminine vote, instead of purifying the present-day political pollution, will only serve to mag­nify its impurity. The election frauds among men can­ not be swept and washed away by more frauds coming from our women. The process is not subtraction but addition, and the consequence of allowing our women to vote will be flooding our political arena with more frauds, more irregularities and horrible spectacles. Gentlemen, our guide for the future is the experience of the past, and in the light of the past experiences, it is not en­ couraging for us to embark on the proposed experiment of allowing Filipino women to vote. Woman suffrage has been a failure in other countries; in fact, many of the leaders of the woman-suffrage movement were the first to admit the defeat of their purpose. Consider the following reports:
"October 22, 1927, London, United Press.—Suf­fragette Christobel Pankhurst, disappointed, seeks so­lace in religion. Like so many others, she said, I had lived in an atmosphere of illusion, thinking that once certain obstacles were removed, especially the disenfranchisement of women, it would be full steam ahead for the ideal, social and international order... It is not laws nor institutions, not any national nor international machinery that are at fault, but human nature itself."

"October 22, 1927, London, United Press.—Lady or Mrs. Christobel Pankhurst, the leader of women suf­fragettes in England, declared that woman votes have not improved society."
James Bryce, in his Modern Democracy, states, refering to the American nation, that the administration of the Government is, in the woman-suffrage states, neither better nor worse than in others, and the general character of legislation remains much the same. Nowhere does there seem to be a woman's party specially devoted to feminine aims. Referring to woman suffrage in Austra­lia, the same author says:
"So far as can be ascertained, the introduction of female suffrage has had no perceptible effect on pol­itics except that of strengthening the Labor Party. Women of the richer sort seem to take little interest in public affairs, or at any rate to talk less about than women of the same class in England. They are said usually to vote with their male relatives and no one suggested to me that their possession of the vote had induced domestic dissension." (Referendum of pro­posed military training women voters contributed to defeat the proposal.)
The recent evidence that the entrance of women in politics does not constitute a purifying and refining ele­ment, as a factor conducive to the progress of the na­tion, is what happened in Turkey in 1931. That year Turkish women were not allowed to vote in the election because a number of them were involved in the distur­bances in certain sections of the country. (Current His­tory of May 1931, page 313.)

The atmosphere of purity and refinement is found in the Filipino homes, and no Filipino who has the wel­fare of his family and country at heart would attempt to barter the peace, harmony and discipline of his home with the tumult, discord and warfare of politics. It is an admitted fact that Fiiipino women have reached a certain degree of culture and intellectual development. Nevertheless, they have not been trained nor developed to join with men to face the crudeness and brutality of politics but rather to undertake a different duty where only women with their tenderness, devotion, love and loyalty can perform with success. In the field of social and welfare work, Filipino women are rendering useful and enviable services to the country. Through their united efforts and sacrifices, they have been able to minimize the suffering of the orphans and the homeless, to diminish the infant mortality, and to establish in every community puericulture centers, maternity houses, and other agencies for the welfare of our people. These productive efforts are only possible because the Filipino women are united. But the moment woman suffrage is granted, when every Filipino woman is not only a social welfare worker but also a politician, dissension, jealousy and political intrigues will be sufficient causes to destroy the monumental work that they have nobly achieved. Service to our country is not only rendered through politics. As a matter of fact, many illustrious, highly educated, and capable Filipinos are trying to evade the engulfing tentacles of politics, conscious of the fact that they are serving our country in another and much better way than through the foul play of politics. Our women are also serving our Government in different capacities as fiscals, judges, clerks, teachers and in many other ways. Is not this also a part of our democracy, to allow our women to render to our Gov­ernment their valuable services? It is, therefore, un­necessary to grant suffrage to our women in order that they may take active part in the functions of our gov­ernmental system. We no not need a prophet to pro­phesy that the enfranchisement of Filipino women will not necessarily make any change in our social, economic and political institutions. The only sure effect will be that one million pesos will be expended, in the face of the most critical financial situation of our country, for the purpose of allowing women to vote. And from this huge amount to be expended, our country will not get any practical benefit. In support of this, I wish to cite to you the statement of one of our greatest leaders today, President Quezon of the Senate, who, on September 7, on his way to Europe, said: "As a practical question, I have not much interest in woman suffrage, because the experience of other countries shows that no improvements have resulted from it as compared with suffrage exer­cised by men alone. Moreover, it is a question as to whe­ther increased public expenses and temporary or perma­nent distraction of women from their home duties occa­sioned by woman suffrage should not discourage us from experimenting with this system. I leave the Convention to decide the matter." That is the statement of our leader, and we cannot fail to see the far-reaching signi­ficance of his opinion. We should bear in mind the temporary or permanent distraction of Filipino women from their home duties which would be occasioned by granting woman suffrage, and neither should we lose sight of the fact that there will be more public expenses. Just a few days ago, this Convention saw fit to eli­minate the Upper Chamber of our Legislature because of economy, because we are bent to maintain the finan­cial stability of our country under the Commonwealth Government until the establishment of our independence, and yet some of our colleagues are desirous of expend­ing our public funds on an experiment the result of which has not been beneficial to other countries that have granted woman suffrage.

Gentlemen of the Convention, I hope to join hands with you in sustaining the present resolution that the right of suffrage should be given to male citizens only because:
  1. We believe that woman suffrage would destroy the harmony and tranquility of the home;
  2. Woman suffrage would distract our women from their duties to other fields of action where calumnies, lies and frauds are the order of the day;
  3. We do not want woman suffrage because the experience of other countries has proved beyond doubt that woman suffrage has not improved the social, econo­mic and political conditions;
  4. We do not want woman suffrage because, with the establishment of our Commonwealth and later our independent Government, our country will be in dire need of money, and we cannot afford to waste millions of pesos to embark on an experiment not likely to give us tangible benefits; and
  5. We do not want woman suffrage because a great majority of our women themselves do not want it.
LEVANTAMIENTO DE LA SESION

MR. GRAFILO: Mr. President.

EL VICEPRESIDENTE: Señor Delegado.

MR. GRAFILO: I move that the session be ad­journed.

EL VICEPRESIDENTE: ¿Hay alguna objecion a la mocion? (Silencio.) La Mesa no oye ninguna. Queda aprobada. Se levanta la sesion.

Eran las 7:05 p.m.
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